martes, 12 de julio de 2016

Entre Hechizos y Lunares

La noche solitaria evoca tu recuerdo, como si el mismo tuviera por destino llenar el vacío que dejan las horas silenciosas. Simbiosis agridulce.

Cómo es de encantador, percibir en una noche de largos pensares ese fragmento de luz que siempre ha de iluminar todo aquello que toca. Como un destello fugaz te apareces y vuelvo a saber que entre tus letras me encuentro segura.

Tu confort es mi alegría, y tu imagen mi vicio, y en este intercambio de letras no puedo más que gozar cada segundo que es, y lamentar cada segundo que no será. Mis palabras se vuelven débiles ante tus frases acertadas y tu regocijo en las mías.

Me sienta bien, cualquier esbozo lúgubre de tu sonrisa frente a mis palabras furtivas. Sé, que se puede estar distante, pero en mantener algo menos que ausencia está la magia. No hay que hacer revuelo de las cenizas si no habrá magia para devolverlas a su lugar. Por alguna razón le escribo a la noche porque las letras curan, y a ti porque eres el Mago Merlín de todos mis sueños.

Lo distante engalana la soledad, en un segundo plano nuestra compañía se hace presente cuando Morfeo se rehúsa a aparecer. Vivo pensando en cada noche que deseo tus versos y besos o besos, llenos de versos.

Déjame sobrevolar tus anhelos, hacerlos mios como tú y tus presagios. Tocar cada esencia de ti me mantiene con vida.

Mirarte en lo más profundo del café de tus ojos, hasta conseguir el insomnio. Ser participe de de ángeles encantados en cuanto dibujo una sonrisa en tus labios con mi dedo índice.

Tus lunares, vaya, ¡Qué paraíso! Cada uno alega una historia distinta, pero todos me llevan a un mismo lugar. Manos sobre tu espalda, desde el inicio hasta el final.

La noche acaba, nuestro cuerpos vuelven a ser letras, nuestro deseo seguirá siendo deseo. Aquí te espero, con las palabras correctas y un verso en tu boca.